Archive for octubre 2008

Beatificados los padres de Santa Teresita del Niño Jesús

lunes, 20 de octubre de 2008

El Papa presenta el ejemplo de amor de los padres de santa Teresita

POMPEYA, domingo, 19 de octubre de 2008 (ZENIT.org).- Benedicto XVI presentó este domingo el ejemplo de amor y de fe que siguen ofreciendo hoy los padres de santa Teresita del Niño Jesús, Louis Martin y Zélie Guérin.

El segundo matrimonio de la historia elevado a la gloria de los altares –Zélie vivió entre 1831 y 1877 y Louis entre 1823 y 1894 y– fueron beatificados en una ceremonia presidida en la basílica de Lisieux por el cardenal José Saraiva Martins, legado pontificio.

La fecha de su beatificación es significativa, el Día Mundial de las Misiones (DOMUND), pues la hija de los nuevos beatos, santa Teresa de Lisieux, fue declarada por Pío XI patrona de las misiones.

«Estos nuevos beatos han acompañado y compartido, con su oración y su testimonio evangélico, el camino de su hija llamada por el Señor a consagrarse a Él sin reservas entre las paredes del Carmelo«, explicó el Papa desde el Santuario de Pompeya, cerca de Nápoles (Italia).

«Con su vida de matrimonio ejemplar han anunciado e Evangelio de Cristo -añadió el Papa hablando en francés–. Han vivido ardientemente su fe y la han transmitido en su familia y a su alrededor«.

«Que su oración común sea fuente de alegría y de esperanza para todos los padres y todas las familias», deseó.

El ejemplo de amor de los nuevos beatos el Papa lo sintetizó con una expresión escrita por su hija: «En el corazón de la Iglesia, mi madre, seré el amor«.

Pensando en la beatificación de los esposos Martin, Benedicto XVI recordó «otra intención que llevo en el corazón: la familia, cuyo papel es fundamental en la educación de los hijos en un espíritu universal, abierto y responsable hacia el mundo y sus problemas, así como en la formación de las vocaciones a la vida misionera».

El Papa invocó «la materna protección de la Virgen de Pompeya sobre todos los núcleos familiares del mundo, pesando ya en el VI Encuentro Mundial de las Familias, programado en la Ciudad de México para enero de 2009″.

Louis Martin

Luis Martin nació en Burdeos el 1823. Hijo de militar, sus primeros años de vida estarán marcados por la mobilidad familiar. Después, la familia se instaló en Alençon donde Luis comenzará el periodo escolar.

el Siervo de Dios Luis Martin

el Siervo de Dios Luis Martin

Aprendió relojería en Rennes, Estrasburgo y París. Estos años fueron muy importantes porque en ellos sintió el deseo de consagrarse a Dios en el monasterio del gran San Bernardo. Su dificultad para dominar el latín, le obligó a renunciar a este proyecto.

Abrió una relojería-joyería el 1850 en la calle Puente Nuevo de Alençon.

Hasta su matrimonio en 1858, repartió su tiempo entre su trabajo, el dedicado al ocio -sobre todo a la caza-, la meditación y el encuentro con los demás. Participó en el círculo Vital Romet, que reunía una docena de jóvenes cristianos alrededor del abate Hurel y descubrió una forma de compromiso social en el marco de las conferencias de San Vicente de Paul.

Su madre, que no se resignaba a verlo soltero, le habló de Celia Guérin con la que aprendía el arte del encaje. Su primer encuentro en el puente sobre el río Sarthe fue determinante. Se casaron un mes más tarde, el 12 de julio de 1858, a las 22h en el ayuntamiento de Alençon y el 13, a media noche, según costumbre de aquella época, en la Iglesia de Nuestra Señora.

Su vida conyugal durará 19 años. Estará marcada por un proyecto de vivir la continencia en el matrimonio, pero más tarde,  por tener hijos, nueve, de los que sólo cinco sobrevivieron .

La correspondencia de la señora Martin revela el profundo amor que unió a la pareja.

Ella también describe su vida cotidiana : la participación de Luis en la educación de las niñas…, su elección profesional al renunciar a su trabajo para ayudar a su esposa en la dirección de la empresa de encaje que había creado, la fe profunda que anima a la familia y hace que se preocupe por todos los que la rodean, las repercusiones de la vida social y religiosa de la época (fin del Segundo Imperio y nacimiento de la Tercera República…) y, en fin, la larga y dolorosa prueba del cáncer que llevará a la señora Martin a la tumba el 28 de agosto de 1877, a los 46 años.

Entonces comenzó para Luis el tiempo de viudedad y decidió ir a vivir a Lisieux, cerca de los Guerin, su familia política .

Algunas cartas de este época nos lo muestran como un padre atento con cada una de sus hijas y preparado para aceptar sus proyectos de vida religiosa .

Después de la entrada de Teresa en el Carmelo, comenzó para él, el 1888, la prueba de la enfermedad que le llevará al Buen Salvador de Caen. Durante periodos de mejora , se ocupó de los enfermos que le rodeaban.

Paralizado, volvió con su familia en el seno de la cual murió el 29 de julio de 1894. Tenía 71 años.

Celia Martin

Segunda hija de Isidoro Guerin y de Luisa-Juana Macé, Acelia María Guerin (siempre se la llamará Celia) nació el 23 de diciembre de 1831 en Gandelain, que pertenecia a Saint Denis sur Sarthon, en el Orne donde su padre, antiguo soldado del imperio, se había alistado en la gendarmería.

La Sierva de Dios Zelie Martin, madre de Santa Teresita

La Sierva de Dios Zelie Martin, madre de Santa Teresita

Fue bautizada al día siguiente de su nacimiento en la Iglesia de Saint Denis sur Sarthon. Una hermana, dos años mayor que ella, fue religiosa en la Visitación de Mans con el nombre de Sor María Dositea. Diez años después nació el único hermano, Isidoro, que fue el niño mimado de la familia.

Ella misma en una carta a su hermano define su infancia y juventud como: «tristes como una mortaja, pues si mi madre te mimaba, para mí, tú lo sabes, era demasiado severa ; era muy buena pero no sabía darme cariño, así que sufrí mucho. »

Esta educación marcará su carácter, su manera muy (¿demasiado?) escrupulosa de vivir su espiritualidad .

Después de terminar sus estudios en el convento de la Adoración Perpetua, calle Lancrel, en Alençon, se sintió llamada a la vida religiosa pero, ante la negativa de la superiora, se orientó hacia la formación profesional iniciándose con gran éxito en la fabricación del famoso encaje de Alençon. Hacia finales de 1853 se instaló como «fabricante de encaje de Alençon» en la calle San Blas, número 36 y dio trabajo a domicilio a unas encajeras. La calidad de su trabajo hizo que su taller alcanzara mucha fama . Las relaciones que tuvo con su personal laboral, al que decía era preciso amar como a los miembros de su propia familia, con los vecinos y conocidos, nos la muestra siempre dispuesta a combatir las injusticias y a sostener a las personas que tenían necesidad. La doctrina evangélica conduce sus acciones.

En el mes de abril de 1858, Celia Guerin se cruza en el puente San Leonardo con un joven cuyo porte le impresiona… Es el relojero Luis Martin. Tres meses más tarde, el 12 de julio de 1858, tuvo lugar el matrimonio civil a las diez de la noche y, dos horas más tarde, ya 13 de julio y en la intimidad, se celebró el matrimonio religioso en la iglesia de Nuestra Señora bajo la presidencia del abate Hurel, párroco de San Leonardo. El amor que sentía por su marido se puede ver en sus cartas : «Tu mujer que te ama más que a su vida» , «Te abrazo tanto como te amo«. Y esto no son sólo palabras: su más grande alegría fue estar juntos y compartir la vida cotidiana bajo la mirada de Dios.

Celia experimentará alegrías y sufrimientos al ritmo en el que tienen lugar los nacimientos y las muertes en la familia . Así podemos leer en su correspondencia : «Amo a los niños con locura, he nacido para tenerlos…«, Luego, después del nacimiento de Teresita, su última hija : «He sufrido mucho en mi vida«. La educación de sus hijas mobiliza toda la energía de su corazón. La confianza era el alma de esta educación. Deseaba lo mejor para sus hijos… que fueran santos!

Esto no le impide organizar fiestas, juegos… La familia sabe divertirse.

Desde 1865 un ganglio en el seno derecho que degenerará en un cancer traerá mucho sufrimiento a Celia. «Si Dios quiere curarme, estaré muy contenta pues, en el fondo de mi corazón, deseo vivir; lo que me cuesta es dejar a mi marido y a mis hijas. Pero, por otra parte, me digo: si no me curo es que, quizá, será más útil que yo me vaya«.

El 28 de agosto de 1877 a las 12, 30 de la noche, rodeada de su marido y de su hermano, Celia entregó su alma a Dios.

Dejemos a Santa Teresita las últimas líneas:
«De mamá me gustaba la sonrisa, la mirada profunda que parecía decir:»La eternidad me llena de alegría y me atrae. Quiero ir al cielo a ver a Dios«.

NOVENA A LOS PADRES DE SANTA TERESITA, LOUIS Y ZÉLIE MARTIN

Dios de eterno amor, tú nos das en los beatos Luis y Celia, un ejemplo de santidad vivida en el matrimonio. Ellos guardaron la fe y la esperanza en medio de los deberes, las alegrías y las dificultades de la vida. Ellos criaron a sus hijos para que llegaran a ser santos. Que su oración y su ejemplo puedan sostener a las familias en su vida cristiana y ayudarnos a todos a caminar hacia la santidad.Si esa es tu voluntad, dígnate concedernos la gracia que pedimos ahora a través de su intercesión, e inscribirles en el número de los santos de tu Iglesia. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén

fuente: http://celiayluis.blogspot.com/

Peregrinación de los cooperadores valencianos al santuario de Lourdes

domingo, 19 de octubre de 2008

Los días 9-10-11 y 12 de octubre 54 personas de la comunidad valenciana iniciamos nuestra peregrinación a Lourdes con ocasión de la celebración del Jubileo del 150º aniversario de las apariciones. Salimos de madrugada en dirección a Zaragoza donde asistimos a la misa celebrada por el sacerdote heraldo, D.Rafael Ibarguren, EP, en la Basílica del Pilar. Mejor comienzo imposible.

Llegando a Lourdes

Llegando a Lourdes

De entre los peregrinos había gente que llevaba 25 años visitando Lourdes y cada vez nos gusta más porque la fuente y el agua de la gruta son símbolo de algo mayor, de una fuente y agua espirituales que nos limpia y renueva por dentro dejándonos en el corazón un poso de alegría profunda. El Espíritu Santo anda muy cerca de aquella gruta de Massavielle. No sería de extrañar, dado que allí se venera a Santa María y ya sabemos que el Espíritu y la Virgen forman una buena pareja…allí se respira la alegría, esperanzada en los enfermos, contenida en los adultos, y espontánea en los miles de jóvenes y niños que allí se concentran.

Es difícil no conmoverse ante la visión de tantos y tantos enfermos, de todas las edades, con todas las dolencias, cada uno con su historia personal de sufrimiento y de fe, hecha de grito y de silencio. Y los que les acompañan, familiares y voluntarios, a veces con más lágrimas en los ojos que los propios enfermos.

Oyendo Misa en la Capilla San Gabriel

Oyendo Misa en la Capilla San Gabriel

Luego viene el sentimiento de universalidad, lo grande que es la Iglesia, que abarca tantas personas de todas las lenguas y razas, con las cuales coincides codo a codo rezando, bebiendo en las fuentes o haciendo cola para pasar debajo de la gruta. También está el cansancio, pero no es un cansancio que te derrumba, es un cansancio que sabes que es benéfico, fecundo, porque intuyes que todo tiene sentido… que es necesario. Ves a Maite, Isabel, Luisa con sus esguinces y casi sin poder caminar y ahí van diciendo «Madre mía que es lo que tengo yo en comparación con los miles de enfermos que van en sillas de ruedas, en camas etc»… ¡Pues adelante a la procesión! El día de nuestra llegada fue ir hacia la gruta a decirle a Nuestra Señora: «¡Por fin estamos aquí, gracias Señora!» Rezamos, pudimos participar en la procesión de las antorchas.

Al día siguiente lo dedicamos a hacer el recorrido que la organización ha diseñado para celebrar el Jubileo. Un recorrido que pasa por los sitios fundamentales de la vida de Santa Bernardette: las tres primeras etapas las ganamos por la mañana: la pila bautismal en la Iglesia del Sagrado Corazón, el Cachot (calabozo) donde vivió con su familia en el tiempo de las apariciones, el Santuario con la Gruta y por la tarde hicimos la cuarta etapa el hospicio, donde ella hizo su primera comunión. Un recorrido con sus cuestas pero teníamos ahí a Vicente que con todo su amor llevaba a su madre Virginia en su silla de ruedas dando ejemplo a todos nosotros.

D. Rafael Ibarguren, EP, en la Basilica del Pilar

D. Rafael Ibarguren, EP, en la Basílica del Pilar

Misa en la capilla de san Gabriel celebrada por D.Rafael quien nos acompaño y auxilió durante esta peregrinación. Por la noche la procesión de las antorchas, miles de voces rezando el rosario en varios idiomas y cantando el Ave. Un momento de intensa emoción. Nuestro gran amigo de Viver, José Mª, rezaba el misterio en español.

A la mañana siguiente desayunamos temprano, asistimos a la santa Misa en la Cripta celebrada por D.Rafael y se procedió a la de bendición e imposición de túnicas de nuestros nuevos cooperadores Dª Loli y D.Sergio, acto muy emotivo.

A continuación hicimos el Vía Crucis, que transcurre en una pequeña montaña al lado de las basílicas. Un kilómetro y medio entre una vegetación exuberante, con los pirineos nevados al fondo y unas estatuas doradas de tamaño natural que van ilustrando las distintas estaciones. Para mi uno de los mejores entornos que jamás he visto.

La bendición de las capas de cooperadores heraldos

La bendición de las capas de cooperadores heraldos

Por la tarde visitamos las cuevas de Betharram ubicadas entre Laruns, Pau y Lourdes. Tremendamente espectaculares, con un desnivel de 800 m. Compuestas por innumerables salas jalonadas por estalactitas y estalagmitas. En su interior existe una pequeña corriente de agua que se salva con una barcaza. El último tramo del recorrido se hace en tren.

Por la noche acudimos a la procesión de las antorchas en la cual pudimos oír las voces de nuestras amigas de Alzira en el rezo del santo rosario, a poner nuestras velas por las intenciones que muchas personas nos habían pedido, rezamos en la gruta en ese silencio, la sacralidad del lugar que invita al recogimiento y al dialogo con nuestra Señora.

Loli y Sergio

Nuevos cooperadores para Valencia: Loli y Sergio

Al día siguiente asistimos a la misa internacional en la Basílica de San Pío X , y gracias a Mª Carmen, nuestra pequeña Clara, hija de Loli, pudo hacer las preces en español. Nuestro grupo se distinguía en Lourdes por sus hábitos, sus pañuelos, sus capas, sus chubasqueros y era motivo de que la gente nos parase para preguntar quienes éramos y nuestros pañuelos los querían comprar.

Después de la Santa Misa salimos en dirección a Valencia de regreso no sin antes haber constatado por todo el grupo que la gran gracia de Lourdes es que el corazón se libera, que a pesar de las calles llenas de tiendas de recuerdos, propias de los pueblos costeros de nuestro querido Levante español. La diferencia es que en Lourdes todos los regalitos y recuerdos giran alrededor del tema mariano (Rosarios y garrafas de agua inundaban las tiendas). Una vez te adentrabas en el Santuario, todo era diferente: nada más bajar la rampa que da acceso a la explanada principal, digamos que uno entra en otro mundo. Las tiendas, los regalos, el comercio, todo eso se queda fuera. Una de las cosas más increíbles era el ver la cantidad de nacionalidades que estaban allí presentes: franceses, españoles, polacos, italianos, chilenos, colombianos, indios, alemanes… Una vez dentro lo primero que te encuentras es la enorme basílica (que choca un poco con la idea de la pequeña iglesia – capilla que «aquero» pidió a Bernadette). ¿Qué es pues, lo más grande de Lourdes? El enfermo. Atendido, asistido, y hasta mimado. Los más tristes y desesperados casos se pueden ver en cualquier rincón de Lourdes; perfectamente cuidados, llevados y traídos por un generoso voluntariado internacional y multirracial que con delicadeza ve a Cristo en el cuerpo a veces tan descompuesto de la camilla que empuja o arrastra. ¡Y lo más admirable!; se percibe a simple vista alegría en la aceptación de la enfermedad, del sufrimiento.

En la gruta de las apariciones

En la gruta de las apariciones

Lourdes es un sitio privilegiado para la devoción cristiana. Lourdes es oración, silencio para el recogimiento, multitud de rosarios en las manos de los fieles, gente enfervorizada de rodillas, culto público y multitudinario en tantas ocasiones para atender las necesidades espirituales de los peregrinos que acuden en masa… A Lourdes llegaron 54 personas diferentes de las que regresaron, pues las gracias recibidas con motivo del 150 aniversario se vieron aumentadas y los peregrinos volvimos con un entusiasmo renovado y dispuestos a conquistar Valencia y el mundo para MARÍA.

Vea el reportaje fotográfico completo aquí:

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